Y fueron felices y comieron perdices
¿Te has planteado alguna vez por qué todos los cuentos infantiles acaban bien? No es una casualidad, los finales felices aportan al niño confianza, esperanza y valor para superar las adversidades, por eso es raro encontrar un cuento que acabe mal. Y es que detrás de los cuentos hay mucho más que historias de princesas, dragones y brujas, hay importantes valores educativos que pasan de generación en generación y que proporcionan al niño instrumentos para entender mejor sus reacciones y emociones y así enfrentarse a la vida con más seguridad.
Los cuentos tienen un enorme valor educativo por cuanto favorecen la comunicación, la adquisición de vocabulario, la formación en valores humanos, el desarrollo de la imaginación y de la creatividad, puede ayudarles a entender la realidad y, además, son un buen entretenimiento. Los 3 cerditos, por ejemplo, nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era más rentable trabajar que ser un holgazán, por poner sólo algunos ejemplos y un poco antiguos ya.
Un factor importante, es elegir bien el cuento según la edad:
0-2 años: Fundamentalmente se utilizan libros de imágenes, en formato resistente como los cuentos de plástico que hasta los pueden mirar en la bañera.
A partir de tres años: la etapa de los porqués. Les atraen cuentos que narran cosas de la vida cotidiana y aquellos en los que intervienen animales.
A partir de cinco años: el interés se deriva ahora hacia los los lugares y los personajes fantásticos como las princesas o los magos. Empiezan a cobrar relevancia la trama y las características de los personajes.
A partir de los seis años: en esta etapa cobran especial importancia los valores, es importante que les empecemos a explicar qué hay más allá de la historia, qué pasa cuando un determinado personaje actúa así. Los personajes secundarios, y los protagonistas se convierten en héroes o heroínas.
A partir de los ocho años: se identifican con los personajes, la trama es muy importancia. Reinterpretan los cuentos según su imaginación.
El contar cuentos fortalece de manera extraordinaria los lazos emocionales con nuestros hijos. En este mundo en el que todo pasa tan rápido y el estrés domina nuestras vidas, al contar un cuento sumergidos en la luz tenue de la habitación el tiempo se detiene y sólo existimos nosotros y nuestros hijos. Les estamos dando un gran regalo que es nuestra absoluta atención acompañándoles en el dulce camino hacia el sueño.
Vía: https://espacio1999-raquel.blogspot.com.es